Hoy en día, Los Cabos está repleto de turistas y lugareños disfrutando de tacos de pescado y de las mejores margaritas. Pero antes de que Los Cabos fuese el importante centro turístico que es hoy en día, Los Cabos era un pequeño pueblo pesquero de apenas unas doscientas personas. Los jóvenes universitarios en vacaciones de primavera, las celebridades más reconocidas del mundo y los enormes resorts aún no habían invadido el pequeño pueblo –probablemente ni siquiera habían oído acerca de él. Un pueblo desértico abandonado en la punta de la península de Baja California, hubo una época en la que el futuro de Los Cabos era la de una simple empacadora de atún con un gran potencial a la espera de ser descubierto.
Sentada, justo en el interior de la puerta principal de su grande casa, comencé a observar mis alrededores mientras esperaba la llegada de María Bulnes. La decoración de su casa era hermosa y muy acogedora, pero lo que más me llamó la atención fueron sus fotos familiares. Múltiples portarretratos llenos de sonrisas bajo birretes de graduación me miraban desde la enorme mesa de centro. Había otro conjunto de portarretratos a mi derecha y otro detrás de mí; todos mostrando, abiertamente, recuerdos de momentos felices. No pasó ni un minuto después de que María, o “Charo” como se le conoce en México llegó, antes de que comenzara a mostrarme, con mucha emoción, todas las fotos de su padre Don Luis Bulnes; uno de los fundadores y pioneros de Los Cabos y uno de los hombres más respetados en todo México.
Antes de que Don Luis llegara a Los Cabos en 1955, el vivía en la ciudad de México, a donde llegó de España cuando tenía 19 años de edad junto con un amigo de la infancia. Su amigo, cuyos familiares eran los dueños de Empresas Pando, había invitado a Don Luis a venir a México con él para trabajar en la empresa. Poco después de su llegada, Don Luis comenzó a trabajar en Empresas Pando, y poco tiempo después conoció a Conchita, con quien se casó apenas unos días después. Poco después, la pareja se mudó a Ensenadas para trabajar en otra división de la empresa, en las Bodegas de Santo Tomás. Fue allí, tan solo unos años después, que el dueño de Empresas Pando se le acercó a Don Luis con una propuesta. Pando recientemente acababa de adquirir una empacadora de atún en Cabo San Lucas, y necesitaban que alguien se hiciera cargo de ella. Al ofrecerle a Don Luis esta oportunidad, él aceptó, y al poco tiempo, él y Conchita se mudaron al pequeño pueblo costero.
A su llegada, fueron recibidos con terribles condiciones de vida; en su casa no había electricidad, agua potable ni comida, únicamente la oportunidad de trabajar. La empacadora a la que Don Luis se le asigno administrar abrió en 1927 y fue la primera empacadora de atún en Latinoamérica. Cuando Conchita y Don Luis llegaron, la empacadora tenía muchos problemas de producción. Pero su dedicación y compromiso, así como largos días de trabajo, condujeron a un exitoso cambio en la empacadora. Trabajando con Conchita, quien asumió el rol de contadora, la fuerte ética de trabajo de Don Luis y la implementación de nuevas estrategias tuvieron un enorme impacto positivo en el proceso de producción. La empacadora pasó de producir 14,000 cajas al año, a producir 300,000 cajas al año.
Entregado por complete a su trabajo, Don Luis comenzó a desarrollar un amor profundo por Los Cabos. Él solía pasar las tardes con Conchita vagando por los cerros cercanos y admirando la belleza del paisaje. Siempre inspirado en los recuerdos de su hogar en España, Don Luis comenzó a ver el potencial de Los Cabos y el lugar en el que podría convertirse. “Un día voy a construir un hotel en este lugar”, Don Luis solía decirle a Conchita. “Estás loco”, ella le contestaba.
Un hombre de palabra, y un líder visionario de corazón, Don Luis comenzó a comprar tierras circundantes. Después de construir el Hotel Finisterra con Luis Coppola Sr., actualmente conocido como el hotel Sandos Finisterra, y administrarlo por un corto tiempo, Don Luis comenzó a sentirse ansioso por poner en marcha su propio proyecto. En 1974, con tan solo 20 habitaciones, Don Luis abrió el Hotel Solmar, donde su amor por atender a las personas no solo hizo crecer su negocio y el nivel de respeto que venía ganando, sino que también jugó un papel importante en el crecimiento del pueblo de Cabo San Lucas. Además de sus iniciativas en la industria hotelera, Don Luis también se convirtió en un defensor de la pesca deportiva y fundó la flota de pesca deportiva Solmar, una de las más grandes del país.
El hotel que años después se convirtió en una colección de resorts continúa operando y ha crecido enormemente. Actualmente se encuentra a cargo del hermano de María, Francisco, o “Paco”, como se le conoce. Lo que comenzó con 20 habitaciones ahora se ha convertido en casi 1,500 habitaciones a través de la colección de resorts Solmar. “Siempre fue muy estricto en los aspectos del negocio”, dijo María, “pero nunca se metió en la política porque dijo que los políticos no pueden hablar con la verdad”. Valores como éste hicieron que Don Luis fuese muy popular y querido entre sus empleados y clientes, quienes ayudaron a que su negocio creciera de forma admirable. Del mismo modo, Don Luis tenía un gran aprecio por los huéspedes que llenaban las suites de su hotel y por sus empleados, quienes trabajaban duro día con día. Refiriéndose a ellos como “mi gente”, Don Luis tenía muy claro que sin ellos no habría negocio. “Él conocía a cada persona por su nombre”, comentó María. La gente de Los Cabos se convirtió en su gente y el pueblo de Los Cabos se convirtió en su hogar. “Él se consideraba mexicano. Solía decir ‘para mí, Cabo San Lucas es mi tierra; España es el lugar en donde nací’”.
La adoración de María por su padre y por Los Cabos brilla a través de su acento marcado y de su enérgica alegría. María creció en España con sus abuelos y cuando tenía 18 años de edad se reunió con el resto de su familia en Los Cabos, donde ella también se enamoró del pueblo. “Los Cabos siempre ha sido un lugar encantador; es una combinación de desierto y mar muy inusual. Para mí, que vengo de España, precisamente eso fue lo más bello. Lo recuerdo como un hermoso pueblo pequeño en el que prácticamente todas las personas se conocían entre sí. En lo personal, a mí me gustaba más Los Cabos como era antes, pero mi padre siempre dijo que ése era el precio que había que pagar por el éxito”.
Don Luis falleció en octubre de 2011, dejando atrás a un Los Cabos más fuerte que nunca. Aunque también dejó atrás lujosas suites y enormes piscinas de resort, a Don Luis se le recuerda mayormente por su carácter. Don Luis fue un revolucionario, un jefe respetable, un empresario motivado y un padre y esposo amoroso; los valores y las creencias que él inculcó firmemente en sus hijos aún siguen vivos. Aunque su presencia física ya no está aquí, su legado se encuentra presente a través de las cálidas playas de Los Cabos durante el día, y vagando por los cerros donde ahora se encuentran los Resorts Solmar por la noche.
“Si un día alguien me preguntara qué es lo que haría si volviera a nacer, yo les diría que me casaría con la misma mujer, tendría a los mismos hijos y me volvería a mudar a Cabo San Lucas para trabajar”. — Don Luis Bulnes
LA COLECCIÓN SOLMAR: Lo que comenzó como un sueño ahora se ha convertido en toda una colección de hermosos resorts, incluyendo: Grand Solmar Land’s End Resort & Spa, Hotel Quinta Del Sol, Playa Grande Resort & Grand Spa, Solmar Resort, The Ridge at Playa Grande y (¡próximamente!) Grand Solmar at Rancho San Lucas, el cual contará con un campo de golf y residencias privadas.
(Publicado originalmente en la revista InMexico 2016)